Para entender la Psicología Perinatal tenemos que partir de aquello que rodea a la idea y el hecho de ser padres y madres. La paternidad-maternidad es una de las experiencias vitales más importantes y extraordinarias, una vivencia generalmente deseada y de carácter voluntario de la que se esperan expectativas e idealizaciones que no siempre tienen por qué cumplirse.

Ser padres supone un momento de crisis vital por el gran impacto emocional que supone para los adultos implicados cuyas consecuencias son fundamentales para la salud mental del bebé. No debemos perder de vista que este cambio en nuestro ciclo vital lleva parejo importantes cambios físicos, sociales y emocionales que no debemos pasar por alto y que pueden aparecer en cualquier momento. Así, algunas madres y padres pueden verse sobrepasados por las circunstancias, por las demandas del nuevo miembro, exceso de cansancio y responsabilidad; pueden experimentar sentimientos de soledad, dudas, temores e inseguridades; sufrir ansiedad antes o después del embarazo, vivir un parto complicado, padecer estrés frente a estas circunstancias o llegar incluso a una depresión post-parto.

Todas estas circunstancias influirán de manera decisiva en el éxito de la adaptación a este periodo de transición y conllevarán una serie de consecuencias que serán fundamentales para la salud mental del bebé nacido y que le  repercutirán a lo largo de toda su vida.

Hasta hace relativamente poco tiempo, atender la maternidad era prestar atención a los aspectos físicos y médicos de la mujer embarazada y del bebé, descuidando por tanto los aspectos emocionales y las consecuencias psicológicas que esta etapa llevaba consigo.

Por suerte, en la actualidad ya se viene considerando la importancia que los aspectos psicológicos de los progenitores tienen sobre el futuro hijo/a desde el momento mismo en el que aparece el deseo de ser padres, y como estos además, son el primer y más importante agente socializador del bebé.

El hecho de que nuestra integridad psíquica adulta esté condicionada por las relaciones que mantenemos con nuestros progenitores en los primeros años de vida y el aumento de la evidencia de la enorme importancia que los primeros años de vida tienen para que el bebé se constituya como una persona psíquicamente sana en la edad adulta, llevan implícita la necesidad de profundizar en el desarrollo fisiológico y psíquico que los bebés tienen desde que son concebidos hasta los primeros tres años de vida. En este sentido somos los adultos los que debemos hacer frente a estos cambios adaptándonos de manera óptima y saludable para poder afrontarlos con éxito y evolucionar.

En contra de lo que hayamos llegado a pensar, los bebés SÍ recuerdan lo que sucede en la etapa perinatal y esa memoria inconsciente tiene una influencia profunda sobre su desarrollo psíquico a largo plazo. Lo que pasa (ocurre) es que la memoria de los bebés es corporal y no verbal. Lo vivido en el período que va desde la concepción hasta la adquisición del lenguaje, se recuerda en la piel y en el cuerpo. Son esos recuerdos grabados profundamente  en su memoria corporal los que  en cierto modo condicionan quienes somos, ya que es ahí donde se construyen los pilares del vínculo que se establecerá tanto con los padres como con el resto de familiares. Nuestra manera de ser, de estar y ver la vida, viene en buena parte de ese lugar remoto…

Para atender y considerar estos aspectos psico- afectivos, surge la Psicología Perinatal a la que podemos definir como una especialidad dentro de la psicología para la prevención, cuidado, apoyo, diagnóstico e intervención en las familias durante todo el proceso que precede al nacimiento es decir, CONCEPCIÓN, EMBARAZO, PARTO, POSTPARTO y PUERPERIO.

La Psicología Perinatal trata de aportar conocimientos y herramientas para ayudar a los futuros padres a superar todas aquellas dificultades con las que se puedan encontrar en estas etapas tan importantes de la vida, teniendo en cuenta la importancia del establecimiento de un vínculo saludable entre la madre, el bebé y la familia, y ofreciendo los recursos psicológicos necesarios para aumentar el bienestar y mejorar la calidad de vida de los padres, el bebé y en general, la de la familia. La psicoeducación será la herramienta clave en todo momento.

Esta especialidad, va más allá de la mujer, su pareja, el bebé y la familia, ya que actúa también a nivel comunitario, pudiéndose por tanto intervenir en distintos niveles: individual, de pareja/familia, social, comunitario, e incluso en investigación científica.

En enero de 2012 se crea La ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA PERINATAL y aunque aún no está establecida en España como una especialidad formalmente reconocida, cada vez es mayor la evidencia que nos muestra la necesidad de considerar los aspectos Biopsicosociales dentro del concepto de la maternidad/paternidad.

Algunos de los aspectos sobre los que intervenir pueden centrarse en los siguientes ámbitos:

Temores y miedo asociados al parto y al embarazo.

Partos complicados y traumáticos.

Gestión emocional del embarazo y la recuperación tras el parto.

Bebés nacidos de manera prematura.

Crianza en edades tempranas y primera infancia.

Dificultades en la lactancia.

Puerperio con dificultades de vínculo con el bebé.

Conciencia de la experiencia del parto y cesárea.

Depresión post-parto u otras patologías asociadas a esta etapa vital.

Pérdida de un bebé y proceso de duelo.

Problemas de adaptación a la maternidad o paternidad.

Desarrollo de un vínculo seguro con el bebé.

Crecimiento personal desde una maternidad consciente.

Dificultades para concebir un hijo.

El abordaje a llevar a cabo desde la Psicología Perinatal podrá ayudar a acercarse a la confusión, dudas y temores que producen estos sentimientos, permitiendo sentirse más contenido en todo el proceso y vivir  un embarazo mucho más tranquilo  encaminando de esta manera una maternidad de forma más segura.