“Has de tomar tan en serio vivir que a los sesenta años, por ejemplo, si fuera necesario plantarías olivos sin pensar que algún día serán para tus hijos; debes hacerlo, amigo, debes hacerlo, no porque, aunque la temas, no creas en la muerte, sino porque vivir es tu tarea.”

Hikmet, N.

Versos que nos evocan, entre otras cosas, la esperanza de vivir y sobrevivir a las adversidades por muy dolorosas, imprevistas y traumáticas que estas sean.

Compartir el dolor es el mejor modo de aliviarlo, permitiéndonos sentir la comprensión del otro (“No Soy Yo”, Anabel González 2017). A veces, no encontramos la calma en las personas que nos rodean. Es entonces cuando se hace fundamental solicitar la ayuda del psicólogo/a para compartir y entender nuestras experiencias.

Experiencias de las que con frecuencia nunca hemos hablado con nadie y que dejamos en algún lugar del estómago, de la cabeza, del corazón…y que nos recuerdan constantemente su presencia a modo de malestar, nerviosismo, rabia, tristeza… En las sesiones, vamos desentramando eso que nos hace daño hasta comprenderlo, aceptarlo y superarlo.